La
obesidad, como todos sabemos, es un grave problema de salud en los países occidentales. Numerosos estudios han observado que los trastornos mentales están
incrementados en la población obesa respecto a los sujetos con un peso dentro del rango de la normalidad. Estos
estudios han evaluado la asociación entre obesidad y trastornos psicológicos, con el objetivo de conocer si la obesidad es una consecuencia
de un trastorno psicológico o si favorece la aparición del mismo o se da de
manera simultánea.
El número de
niños y adolescentes obesos ha ido en aumento en los últimos años y parece que
esta tendencia no va a cambiar. El
exceso de adiposidad en niños continúa a través de la edad adulta y genera
numerosos problemas de salud. Los niveles de problemas mentales en niños
también están elevados y permanecen incrementándose, al igual que la obesidad. La
obesidad y los problemas mentales han
sido identificados como la principal causa de discapacidad con repercusiones
económicas en los adultos.
La obesidad como causa de un problema de salud mental
Parece claro que aquellas personas con obesidad tienen un riesgo superior de padecer depresión que las personas con un peso normal, sin embargo, el papel de la obesidad como factor de riesgo para el desarrollo de otros problemas mentales, como la ansiedad, no está claro, ya que los resultados de los estudios son muy distintos.
Las mujeres obesas presentan un mayor número de síntomas
relacionados con los problemas mentales. Esto
se pude justificar de diferentes maneras, por ejemplo, se sabe que las mujeres
parecen estar más preocupadas por la obesidad que los hombres. Aunque la
prevalencia de obesidad es similar en ambos sexos, las mujeres presentan mayor
predisposición a someterse a tratamientos para tratar esta patología. Además, las
mujeres se ven sometidas a mayor presión en relación con su figura corporal y
experimentan una mayor insatisfacción, lo cual puede contribuir a una ingesta
superior de alimentos en función de su estado de ánimo o que fracasen en el
seguimiento de dietas hipocalóricas. Se sabe también que las mujeres son más propensas
a sufrir trastorno por atracón acompañado de un comportamiento compensatorio.
Del mismo modo, aquellas personas con
niveles socioeconómicos más elevados que padecen obesidad muestran más síntomas
de depresión que aquellos con menores ingresos.
Por último, en los niños,
parece existir un efecto umbral de la obesidad en relación con los trastornos
mentales, ya que aquellos niños cuyo IMC se encuentra en un percentil 97 o
superior, muestran un aumento significativo de los problemas emocionales.
El que la obesidad actúa como factor de riesgo
en el desarrollo de un problema mental parece estar bien justificado. Las
personas obesas, al internalizar negativamente su imagen corporal y fracasar en
los programas de pérdida de peso, presentan un mayor riesgo a sufrir problemas
de salud mental. Factores biológicos, como una disfunción en el eje
hipotalámico – hipofisario - adrenal, podría fortalecer la unión entre obesidad
y depresión. En los niños, la obesidad parece estar asociada con un
riesgo clínico significativo de sufrir problemas de adaptación psicológica.
La obesidad como consecuencia de un problema de salud mental
Más nítido aún parece el efecto que ejercen los trastornos mentales sobre la obesidad. Este efecto parece afectar más a aquellas personas de raza blanca que a los sujetos de raza negra. Se han creado algunas hipótesis entorno a esta relación causa-efecto.
Una de estas hipótesis se basa en la relación entre
los trastornos mentales y los trastornos alimentarios, ya que estos últimos
son frecuentes en personas que padecen problemas mentales. Los trastornos
alimentarios, tanto por una ingesta excesiva como deficiente, podrían influir
en futuros cambios en el tejido adiposo.
Además, se ha visto que el ejercicio
físico mejora los síntomas de depresión en personas que la padecen, pero la
inactividad física, que es frecuente en personas con trastornos mentales,
favorece la aparición y el desarrollo de la obesidad.
También se cree que el estrés, que es
común en la depresión, está unido con disbalances endocrinos y metabólicos que
promueven almacenamiento de grasa. Esto explicaría porque existe más
evidencia en la asociación entre síntomas de depresión iniciales y cambios en
la circunferencia de la cintura, una medida de la adiposidad central, que entre
síntomas de depresión inicial y cambios en el IMC, una medida de la adiposidad
general.
Por último, el efecto de los fármacos usados en el
tratamiento de los trastornos mentales es dispar. Si bien se cree que la mayor
parte de ellos favorecen una ganancia de peso, solo los antidepresivos y los
antipsicóticos han presentado este efecto.
La presencia de obesidad y trastornos mentales de manera simultánea
Los estudios transversales, en los que no se evalúa cual es la variable causa y cual la variable efecto en la relación entre obesidad y los trastornos mentales, han mostrado claramente que la obesidad está muy relacionada con la depresión, la ansiedad y otros trastornos mentales como la distimia, los trastornos maniacos y los trastornos de la personalidad. Incluso, se ha visto que existe relación entre la ansiedad y el sobrepeso.
Sería
recomendable que en estudios futuros
se llevase a cabo una valoración de estado nutricional más exhaustiva (no clasificar únicamente a los sujetos en función de su IMC) y se
analizase la ingesta de los sujetos para conocer de qué manera un trastorno
mental está relacionado con un trastorno alimentario y si los sujetos con
depresión o ansiedad consumen una mayor cantidad de alimentos.
Así mismo, sería
aconsejable que se recogiesen datos acerca de la dosis y la pauta de medicación
de los sujetos.
Por último, sería bueno analizar más detalladamente y
confirmar que mecanismos provocan que los trastornos mentales causen obesidad y
viceversa.
Los datos de estos estudios deberían
ser tenidos en cuenta en el tratamiento tanto de la obesidad como de los problemas de salud mental.
Por un lado, se debería
controlar la dieta y la realización de actividad física en aquellas personas
que padecen trastornos mentales, promoviendo hábitos de vida saludables.
Si
estas personas están siendo medicadas, ya que la medicación en un pilar básico
en el tratamiento de estas enfermedades y no se puede suprimir, se debería
controlar la ganancia de peso y recomendar una serie de pautas dietéticas para
evitar la presencia de sobrepeso y obesidad.
Así mismo, es necesario el
aporte a los profesionales de la salud de guías clínicas más detalladas que
permitan detectar y prevenir problemas de salud mental en personas obesas.
Tus artículos son muy interesantes, jamás es más de lo mismo, me encanta leerte porque siempre, siempre, aprendo algo nuevo!
ResponderEliminarTe felicito.
Gracias, Lucía.
EliminarEstoy con Lucía...un descubrimiento este blog..;-)
ResponderEliminarMuchas gracias, Patricia. Solo puedo decir lo mismo del tuyo :)
EliminarInteresante. Estoy recopilando datos defendiendo la postura de que se trate la obesidad como efecto de un trastorno psicológico, en vez de causa de enfermedades solamente. Es para mi trabajo final sobre nutrición. Me das tu opinión?
ResponderEliminarHola María Teresa.
EliminarTal y como indico arriba, hay una evidente relación entre los trastornos mentales y el desarrollo de la obesidad como consecuencias de los mismos. Muchas personas con problemas mentales desarrollan trastornos de la conducta alimentaria que les llevan a una ingesta copiosa de alimentos lo cual puede favorecer el desarrollo de sobrepeso y obesidad. Por otro lado, el sedentarismo es frecuente en ciertos trastornos psicológicos y psiquiátricos, como la depresión, lo cual favorece también la ganancia de peso que puede conducir a la obesidad.
Un saludo