mayo 06, 2013

Intolerancia a la lactosa



La intolerancia a la lactosa está presente en nuestro medio, sin embargo, mucha gente considera que es intolerante cuando en realidad no lo es. Muchas personas atribuyen síntomas de diversas patologías intestinales a la intolerancia a la lactosa sin haberse sometido a ninguna prueba. Algunos padres con intolerancia a la lactosa restringen la lactosa de la dieta de sus hijos pensando erróneamente  que si a sus hijos les dan lactosa pueden desarrollar la misma intolerancia que padecen ellos.




Para aclarar las dudas de los verdaderos intolerantes, de aquellos que sospechan serlo y de los que se han autodiagnosticado como intolerantes sin haberse sometido a ninguna prueba, he redactado este artículo.


¿Qué es la intolerancia a la lactosa?


La intolerancia a la lactosa se genera como consecuencia de la ausencia, total o parcial, de la enzima lactasa. Esta enzima, presente en el yeyuno,  tiene como función romper la lactosa, el carbohidrato más abundante en la leche. La lactosa es un disacárido, pues está compuesta por dos monosacáridos, la glucosa y la galactosa. Es necesario que la lactosa se rompa en estos dos monosacáridos para ser absorbida. 
Para que haya una adecuada metabolización de la lactosa, solo es necesario que la lactasas muestren una actividad del 50%.




En la semana 8º de gestación ya se puede advertir la actividad lactasa en la mucosa intestinal. La actividad lactasa alcanza su punto álgido al nacimiento.
En los seres humanos, al igual que en el resto de los mamíferos, es normal que, al finalizar el periodo de lactancia, disminuya la producción de lactasas. 
En aquellas sociedades que no consumen productos lácteos, la producción cae un 90% en los primeros cuatro años de vida. Sin embargo, en las sociedades donde el consumo de leche y productos lácteos ha sido habitual durante años (como la nuestra), se ha observado una mutación o cambio en el cromosoma 2 que permite mantener concentraciones de lactasas suficientes para asegurar una adecuada absorción de lactosa. Es por ello que la intolerancia a la lactosa a nivel mundial varía ampliamente en función de la etnia: entre los negros, los africanos, los indios americanos y los asiáticos es muy frecuente la intolerancia a la lactosa, mientras que los norteamericanos caucásicos y los europeos escandinavos apenas presentan esta patología.


¿Cuántos tipos de intolerancia a la lactosa existen?


Antes de nada, me gustaría señalar que la intolerancia a la lactosa, al igual que otras muchas intolerancias, no desencadena una repuesta del sistema inmune, mientras que las alergias si comprometen al sistema inmune.

Existen tres tipos principales de intolerancia a la lactosa:
  1. Déficit congénito de lactasa. Es un trastorno muy poco frecuente. Se nace sin la capacidad para digerir la lactosa.
  2. Intolerancia primaria a la lactosa. Es persistente. Está relacionada con factores genéticos, aunque suele ser inducida cuando un niño se cría en un ambiente en el que el consumo de productos lácteos es nulo.
  3. Intolerancia secundaria a la lactosa. Se trata de una intolerancia transitoria  a la lactosa en sujetos con un actividad normal de lactasa. Se suele producir como consecuencia de alteraciones intestinales, como gastrítis aguda, enfermedad celiaca, enfermedad inflamatoria intestinal... o por la toma de fármacos que alteran la microbiota intestinal.




¿Cómo podemos sospechar que padecemos intolerancia a la lactosa?


Hay una serie de signos y síntomas que nos harán sospechar que presentamos intolerancia a la lactosa, aunque estos se suelen presentar también como manifestación de otras patologías intestinales, por lo tanto, solo nos servirán para intuir una posible intolerancia, que se ratificará mediante un adecuado diagnóstico.

Estos síntomas se producen como consecuencia de la fermentación, por parte de las bacterias presentes en el colon,  de la lactosa no absorbida. La microbiota del colon rompe la lactosa en glucosa y galactosa y genera ácidos grasos de cadena corta, hidrógeno, dioxido de carbono y metano.

Los síntomas más frecuentes son distensión abdominal, dolor abdominal de tipo cólico, flatulencia, diarrea, esteatorrea (heces grasas), pérdida de peso, desnutrición, retraso en el crecimiento....


¿Cómo podemos verificar que presentamos intolerancia a la lactosa?


La prueba más utilizada es el Test de Hidrógeno Espirado. Como hemos visto, la lactosa no absorbida, es fermentada por las bacterias del colon las cuales generan, entre otros productos, hidrógeno, que se elimina por el aliento (es espirado).
Para llevar a cabo esta prueba, se administran 50 gramos de lactosa (cantidad de lactosa contenida en 1 litro de leche).Tras 3-6 horas se valora el hidrógeno espirado y si los valores son superiores a 20 ppm (partes por millón) respecto a los valores basales, el test se considera positivo.




Existen otras pruebas para su diagnostico, aunque se utilizan menos. Una de ellas consiste en llevar a cabo una biopsia en el intestino delgado. Se extrae una pequeña muestra de tejido intestinal y se observan las posibles alteraciones que pueden afectar a una malabsorción de lactosa.


Soy intolerante a la lactosa, ¿qué puedo hacer?


En primer lugar, debemos saber que la mayoría de los síntomas dependen de la cantidad de lactosa ingerida y que varían de una persona a otra. 

Tras un periodo inicial de eliminación de la lactosa de la dieta, se recomienda ir introduciendola paulatinamente y en pequeñas cantidades para comprobar la tolerancia. 

Muchos estudios coinciden en que la lactosa se tolera mejor si se distribuye su ingesta a lo largo del día y si se acompaña la toma de productos con lactosa con otros productos (por ejemplo, leche con pan o cereales).




La mayoría de las personas pueden tolerar entre 5 y 12 gramos de lactosa en una sola toma, cantidad equivalente a media taza de leche y a una taza de leche, respectivamente. Cuando la ingesta de lactosa se distribuye a lo largo del día en varias tomas, la cantidad tolerada puede ser mayor.

Se ha comprobado que la exposición continua a pequeñas dosis de lactosa provoca una cierta adapatación, lo que disminuye los síntomas intestinales.

Las mujeres con malabsorción de lactosa pueden presentar mejoras durante el embarazo, aunque esta condición se revierte tras el parto.


Alimentos que contienen lactosa


La lactosa está presente, principalmente, en productos lácteos. La leche, la nata, las salsas elaboradas con leche (bechamel), los helados y productos de pastelería elaborados con leche, los batidos ... tienen un alto contenido en lactosa (>5gramos). Se tolera mejor la leche entera que la desnatada, ya que la grasa presente en la misma ralentiza el vaciamiento gástrico, esto les da más tiempo a las lactasas para digerir la lactosa.

El yogur puede tolerarse mejor que la leche, ya que durante la fermentación de la leche para obtener el yogur, las bacterias transforman la lactosa en ácido láctico, reduciéndose el contenido en lactosa entre un 25 y un 50%. Lo mismo sucede con el queso. Sin embargo, es importante fijarse en el etiquetado de los yogures. Cuando la etiqueta del yogur o cualquier otro alimento indique que entre sus ingredientes hay lactosuero, suero o sólidos de la leche, la lactosa va a estar presente.




La mantequilla esta libre de lactosa. Esta es una molécula hidrosoluble que se pierde con el resto de compuestos hidrosolubles en la elaboración de la mantequilla, pues esta se elabora a partir de la parte grasa de la leche.

La lactosa también se puede encontrar en carnes procesadas, margarinas, cereales de desayuno, frutas secas, alimentos procesados, medicamentos... Por eso, es importante leer la etiqueta de los productos y presentar atención a los ingredientes que os he mencionado.

La industria alimentaria a creado alimentos pobres o libres de lactosa que reemplazan a los productos lácteos estándar, especialmente la leche.

En otros productos, la lactosa ya aparece hidrolizada, ahorrándole esa tarea a las lactasas de nuestro intestino.

Así mismo, se comercializan preparados de lactasa que se añaden a la leche y desdoblan las moléculas de lactosa, presentes en la misma, en glucosa y galactosa. Estos productos no están disponibles en todos los países.

Los lácteos son ricos en calcio y vitamina D, nutrientes necesarios para, entre otras cosas, un adecuado desarrollo óseo. Un adulto debe consumir entre 1000 y 1500 mg. al día de calcio, por lo que no se recomienda eliminar los productos lácteos, ya que son la fuente principal de calcio de nuestra dieta, aunque este también este presente en una cantidad importante en pescados que se comen enteros y, por tanto, consumimos su espina (sardinas en escabeche, anchoas enlatadas..) y en cereales enriquecidos.


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