abril 18, 2012

Microbiota intestinal, dieta y cáncer de colón


La microbiota o flora intestinal ha ido adquiriendo una especial importancia en los últimos años. Estos términos hacen referencia al conjunto de microorganismos que el ser humano posee en el intestino, aproximadamente 100 billones. Estos microorganismos son anaerobios, es decir, no utilizan oxígeno. Se cree que la microbiota de cada ser humano va evolucionando y en la edad adulta se mantiene más o menos constante, si bien puede alterarse por la dieta o el uso de antibióticos. La flora intestinal de cada persona es única.




Flora intestinal y cáncer colorrectal


Uno de los papeles críticos que se le atribuyen a esta flora intestinal y por el cual ha adquirido tanta relevancia es su relación con la salud intestinal,  incluyendo el riesgo de cáncer colorrectal. La flora intestinal posee una serie de funciones fisiológicas que podrían estar relacionadas con el riesgo de padecer un cáncer colorrectal, como son el control de la proliferación y diferenciación de las células epiteliales, la producción de nutrientes esenciales y/o componentes bioactivos, la prevención del sobrecrecimiento de microorganismos patógenos y la estimulación de la inmunidad intestinal.

Entre las múltiples funciones que realiza la flora del intestino grueso se encuentra la fermentación de algunas sustancias presentes en la dieta que no han sido absorbidas en el intestino delgado. La fermentación de la fibra soluble por lo microorganismos del intestino provoca la formación de ácidos grasos de cadena corta  (butirato, acetato y propionato). Estos ácidos grasos realizan una serie de acciones tanto en el colón como a nivel sistémico. A nivel colónico, aportan energía, aumentan el flujo sanguíneo del colon, incrementan la secrección de hormonas  gastrointestinales y estimulan el sistema nervioso autónomo ( aquel que controla las acciones involuntarias). A nivel sistémico, los ácidos grasos de cadena corta regulan tanto el metabolismo de la glucosa como el de las grasas, respecto a este último, se ha observado que el propionato disminuye la síntesis hepática de colesterol. En cuanto al metabolismo de la glucosa, se sabe que tanto el propionato como el acetato disminuyen la glucemia postpandrial y la respuesta insulínica. Por otra parte, hay que señalar que los productos finales de la fermentación proteolítica pueden ser tóxicos.

Además, se ha visto que el butirato puede actuar como regulador de la expresión de genes que intervienen en la proliferación y diferenciación del colonocito. En base a esto, se ha sugerido que el butirato podría actuar como mecanismo de defensa frente al cáncer de colon.

Las bacterias también están implicadas en la formación de otro tipo de ácidos grasos muy beneficiosos, como el ácido linoléico conjugado (CLA), que es un isómero del ácido linoléico con propiedades antiinflamatorias y que parece proteger frente al riesgo de cáncer de colon.





Así mismo, las bacterias intestinales son capaces de metabolizar algunos componentes de las plantas, generando compuestos protectores frente al cáncer.  Por ejemplo, los lignanos de las plantas se pueden convertir en lignanos de los mamíferos a través de las bacterias del intestino. Las semillas de lino son la fuente más rica de precursores de lignanos en la dieta humana, aunque las semillas de sésamo poseen una concentración total de lignanos mayor.  

Es muy importante señalar que no todas las bacterias desempeñan un papel similar. De hecho, aunque determinadas cepas bacterianas inhiben el desarrollo de tumores en el colón,  otras han sido implicadas en la patogénesis del cáncer colorrectal. Por lo tanto, un buen balance entre las bacterias beneficiosas y perjudiciales es importante, ya que alteraciones en el mismo se han relacionado con el desarrollo de cáncer. Algunos componentes de la dieta podrían alterar este balance.



La influencia de la dieta sobre la flora intestinal


Algunos términos son cada vez más comunes en nuestro vocabulario. Uno de ellos es el de alimentos funcionales, que son aquellos en los que se ha demostrado que su consumo posee un efecto beneficioso sobre una o varias funciones del organismo, más allá de los efectos nutricionales habituales, lo que provoca una disminución del riesgo de enfermar o una mejora de la salud y el bienestar . Dentro de este tipo de alimentos se encuentran los probióticos, los prebióticos y los simbióticos. 

Un prebiótico es una sustancia presente en un alimento y que no es digerible. Sus efectos positivos en el organismo se deben a una estimulación selectiva del crecimiento y/o la actividad de la microbiota intestinal. Tienen acción prebiótica, por ejemplo, la inulina, la lactulosa, el almidón y la fibra dietética
La inulina es un fructooligosacárido que se encuentra de manera natural en numerosos alimentos (puerro, espárrago, ajo, cebolla, alcachofas, plátanos, semillas de soja y cereales como el trigo o la avena). Se ha estimado que un individuo normal, para aumentar las bacterias del intestino, debería tomar al día entre 4 y 8 gramos de fructooligosacáridos. Como esto es muy complicado a través del consumo de alimentos que los contienen de manera natural, se ha comenzado a añadir inulina a cereales, galletas, pan, bebidas, yogures ... 




Los probióticos son alimentos que contienen microorganismos vivos. Aunque el yogur es el probiótico más conocido, existen otros como el queso, las leches fermentadas, zumos, batidos... La mayoría de los probióticos que se encuentran en el mercado utilizan Bifidobacterias, Lactobacillus y Streptococcus, que son los costituyentes habituales de la flora intestinal. Diversos estudios científicos han observado que los probióticos podrían ejercer un papel potencial en la prevención del cáncer, inhibir el crecimiento de tumores y mejorar el sistema inmune. 




La combinación de un prebiótico con un probiótico se conoce como simbiótico. La evidencia científica sugiere que los simbióticos podrían ser eficaces en la modificación de la microbiota.
Se sabe que tanto la toma de prebióticos como de probióticos, así como la ingesta de simbióticos inhiben los focos de criptas aberrantes (agrupación de glándulas anormales en forma de tubo en el revestimiento del colon y del recto, se forman antes que los pólipos colorrectales y son uno de los cambios más tempranos que se pueden observar en el colon y que pueden conducir al desarrollo de un cáncer). Los simbióticos podrían ser especialmente efectivos reduciendo las lesiones preneoplásicas del colon y podrían disminuir la presencia de múltiples factores asociados con el riesgo de cáncer de colon en humanos.


Así mismo, existen otros componentes de la dieta que pueden modificar la flora intestinal. Cuando las bacterias se cultivan en presencia de varios polifenoles presentes en el té, el crecimiento de algunas bacterias patógenas se ve reducido mientras que el de las Bifidobacterias y los Lactobacillos apenas se ve afectado.




Otros componentes de los alimentos tienen propiedades bactericidas, como la cúrcuma que puede atacar al Helicobacter pylori. Aunque la cúrcuma es la más eficiente, el jenjibre, el comino, el regaliz y el orégano también tienen propiedades bactericidas. Lo que no está del todo claro es si tras un exposición tradicional ,estos compuestos pueden modular el número y el tipo de microorganismos del tracto gastrointestinal.

Los prenilflavonoides han sido hayados en el lúpulo y en productos derivados del mismo, como la cerveza. El xanthohumol es uno de estos prenilflavonoides que podría inhibir líneas de células cancerígenas en el colon.

Pese a todo lo anterior, existen algunos efectos negativos, condicionados principalmente por la dieta. Es conveniente destacar que la dieta podría influir sobre el riesgo a padecer cáncer mediante la modificación del metabolismo bacteriano.Se ha visto que tras la transformación bacteriana de los componentes de la dieta en el intestino, se producen algunos agentes carcinogénicos, lo que conduce a pensar que la flora intestinal podría ejercer, mediante este mecanismo, una influencia sobre el riesgo a padecer cáncer. Algunas enzimas de la microbiota pueden activar compuestos que podrían ejercer efectos adversos. Por ejemplo, en el metabolismo del ácido glucurónico conjugado con aminas (agentes carcinogénicos)se pueden formar metabolitos activos que pueden dañar la mucosa intestinal.

Obesidad, flora microbiana y cáncer





La obesidad se ha relacionado con un mayor riesgo de padecer cáncer. Las diferencias en la microbiota de los niños de 6 a 12 meses de edad se ha relacionado con el riesgo a sufrir sobrepeso u obesidad a los 7 años.  Esto sugiere que las diferencias en la microbiota (menores concentraciones de Bifidobacterias y mayores concentraciones de Staphylococcus aureus) preceden al sobrepeso y la obesidad. 


Por tanto, podemos concluir diciendo que existen complejas interrelaciones entre la microbiota intestinal y el riego a padecer cáncer de colon lo cual puede ser influenciado por el comportamiento dietético. A partir de los alimentos, los microorganismoc pueden generar compuestos, algunos beneficiosos y otros perjudiciales. Por lo tanto, muchas bacterias, así como los metabolitos generados por ellas, pueden intervenir en el desarrollo del cáncer de colon.
Cuantos más estudios realicen entorno a este tema, más información poseeremos y con ella podremos hacer recomendaciones dietéticas específicas para la prevención del cáncer de colon a través de la modulación de la flora intestinal.


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